Sin ser una
mujer romántica, conozco el otro extremo, el del anti romanticismo, el extremo
del horror al que se puede llegar sólo con la más aberrante imaginación.
Hace años, en
mi anterior trabajo, me sorprenden con
un viaje al festival de Cannes y su Marche du Film. Iba a trabajar en el stand
de cine argentino en representación del cine de mi país.
Llamo a mis
amigas, les cuento y lo primero que surge en todas es el comentario de
"Ayyyyy que divino en la Riviera Francesa...cenando bajo la luna en la Costa
Azul, glamour….seguro conseguís un novio italiano, alfombra roja, cine!!! . Todas
cosas que a mí jamás se me ocurren pensar., pero aún así quedaron instaladas en
mi cabeza como una posibilidad.
Paré en un
Hotel en Juan les Pins una pequeña y hermosa ciudad cercana a Cannes.
La primer
noche salgo de mi hotel cansada y perdida en búsqueda de un lugar en donde
cenar.
El ambiente
era ideal, verano, gente en la calle, una hermosa costanera con parejas
paseando de la mano, cuando siento un grito que rompe con todo encanto: “Querida, queriiiidaaaa, sos de la delegación
de argentina queridaaaa??!!. A punto de decirle que no en senegalés, digo si en
castellano.
Sin permiso,
como un invasor troyano se mete en mi noche francesa donde iba a encontrar el
novio italiano, bajo la luz de luna en una cena con velas.
El gritón se
me acerca, no se presenta porque da por sentado que lo conozco, y si, lo
conozco pero quisiera no haberlo visto jamás y menos en Juan les Pins de noche
y en verano. Comienza a caminar tirándome del brazo, me dice que él conoce una pizzería
y porque no vamos juntos.
Me hablaba
de cosas que yo olvidaba el segundo, cuando ponía un respiro en su relato me preguntaba a mi misma, que me dijo este
hombre?, y así a los empujones verbales y de los otros, me fue llevando a una pizzería cercana frente
a la playa.
Pidió una
pizza haciendo que hablaba francés acentuando el final de las palabras, pidió sin
preguntarme que me gustaba…comió desaforadamente, hablo solo él. Y la luna ahí sobre el mar azul mirándome y cagándose
de risa.
Al pedir la
cuenta, sin vacilar me dice: paga vos
que seguro te dieron viáticos y a mi de la radio no me dan, sabes nena?, que
mentira tan chota me dice este viejo, y pago.
Me cuenta
unos trucos para evitar gastos, como en el desayuno del hotel hacerse
sanguchitos y guardarlos de contrabando en el bolso para “tirar” todo el día, y
otras misereadas más que por suerte no recuerdo, ni lleve a cabo tampoco.
Intentó
seguir el “tur de la nuit” e ir a un café,
pero para ese momento yo ya me había avivado que el protagonista de mi película
era de un casting perverso y le dije NO LUIS, el café me lo tomo sola.
Sola, me
senté a contemplar el mediterráneo, embelesada y feliz de estar en Europa, pero
pensando en quién manejará los hilos de mi destino y porque me programó una noche
con Luis P. T.
La vida te
da, pero siempre te la cobra.
Se los aviso
para que pidan viáticos.