miércoles, 11 de julio de 2012

Aire

Mi padre acostumbraba ahorcar gente.
Su primera anécdota ahorcadora la conocí por intermedio de mi mamá.
Mamá se iba a casar con Mikael, hijo de alemanes, de Parque Chacabuco. Ya tenían el vestido, los padrinos, las invitaciones en la imprenta, la iglesia y la fecha.
Papá que había sido su novio antes que Mikael, se enteró, la esperó a la vuelta de la esquina, y al salir mamá de la panadería la agarró del cuello contra la pared y le dijo: "si no te casas conmigo no te casas con nadie". Mamá interpretó esto como el acto de amor más grande que jamás había visto, y le dijo bueno poné fecha. El vestido ya lo tenía, había que cambiar el nombre del novio en las invitaciones y listo.
Mamá siempre fue muy práctica.
Tuve la fantasía que si se hubiera casado con Mikael, yo hubiera sido rubia de ojos celestes y hubiera ido al Goethe Schule.
Su otra anécdota ahorcadora, fue en ocasión de que el cura párroco de donde yo iba a catequesis para tomar la comunión, el Padre Bártolo, tuvo la penosa idea de decirme que yo me iba a ir al infierno por no saber rezar el credo.
Llegué a casa, se lo conté llorando casi casi con un pie en el averno. Mi padre salió corriendo por las escaleras, tomó Av. Avelleneda, con mi mamá detrás de él diciendo “No Reynaldo, nooooo!!!!!”, entró en la iglesia sin persignarse, subió por el altar y le abrió la puerta al cura que se estaba sacando la sotana. Lo tomó del cuello lo elevó unos 5 centímetros del piso y le dijo que su hija jamás se iba a ir al infierno por que “el infierno no existe, pelotudo!. “
No tomé la comunión nunca.
Fui la primer niña “no grata” en la Parroquia Regina Apostolorium.
Y otro ahorcamiento memorable fue al Director de la colonia de vacaciones de Vélez Sarsfield.
El motivo es muy extenso, por eso no lo cuento, pero se lo tenía merecido.
Fue el verano en que escuché estos diálogos para referirse a mi:
- Cuál nena ? La rubia?
- No, no… la flaca, la morochita….”la hija del loco”.

Papá me enseño que era un método algo agresivo el del simil- ahorcamiento, pero muy efectivo.
A veces, pienso en papá y me falta el aire.

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